martes, 16 de junio de 2009

El cuento de Poldy Bird

Distantes, olvidando.

Pensé que iba a morirme.
Pensé que el mundo se detendría en ese mismo instante y todos los seres quedarían convertidos en estatuas de sal.
Pensé que los rayos del sol se quebrarían como tallos secos y el viento cesaría y todos los sonidos (el canto de los pájaros, el lloro de los niños, la carcajada inquieta, el levísimo ruido del pasto cuando crece, el aullido de las fieras, la música de los instrumentos), todos, cesarían de repente, como su se les hubiera cortado un cable, y se abriría un ancho y profundo cuenco de silencio.
Pensé que dejaría de latir el corazón de los rolojes.
Y sin embargo... entibia el sol los valles, les vuelve dulce la pulpa a las frutas.
Y sin embargo, un barullo de pájaros despeina la cabellera de los árboles hippies.
Y caminan los hombres por las calles.
Y charlan las mujeres mientras compran el pan.
Y saltan los niños jugando a la rayuela.
Y yo cepillo las pelusas de mi pollera azul, titubeo entre cortarme el flequilo o dejarme todo el pelo del mismo largo.
No me he muerto.
Estoy viva y me gusta estar viva.
No me he muerto al saber que no lo quiero.
Entonces..., no ha sido repentino.
Ha venido ocurriendo desde quién sabe cuándo.
Se fue deshilachando el amor sin que me diera cuenta.
Se fue escurriendo de mis manos, como agua de los charcos.
Se había soltado el globo y yo estaba aferrando fuertemente el hilo.
¿Cuándo fue?
Aquella noche, en esa fiesta, cuando me estrechaste para bailar y no temblé, y me gustaba más la música que tu abrazo.
No,no..., fue una mañana que nos encontramos y no sentí la necesidad de contarte que en la madrugada me desperté sobresaltada, con angustia y con miedo, llorando sin saber por qué.
O cuando me guardé para mí sola la sensación que me había producido una película. la lectura de un libro, un dibujo de Alonso, colgado en la pared de la casa de una amiga.
O cuando ne te pedí rl boleto para ver si era capicúa.
O cuando te dije que me dolía la cabeza, que no podía salir con vos..., y me fui a caminar sola por la calle arbolada que descubrimos juntos.
¿Cuándo fue?
Cada vez, todas las veces...
Fueron peuqeñas agonías que desembocaron como afluentes poco caudalosos en este gran sío final.
¡Y yo creía que iba a morirme el día que dejara de quererte!
No sabía que el amor, cuando se acaba, se va apagando lentamente como las luces de los cines antes de que comience la película.
Y que uno se va acostumbrando, al ir perdiéndolo de a poco, a no tenerlo, un día.
También creí que ibas a morirte el día que dejara de quererte.
Y no te has muerto.
Estás vivo y me mirás con dolor, pero serenamente. Y no rogás ni me pedís que lo piense mejor, ni exigís que siga siendo tuya, ni me decís que me necesitás. Estás vivo, y no vas a morirte ni querés morirte. Aceptás mis palabras, aceptás mi verdad, apenas un temblor en la mano que sostiene en cigarrillo, apenas una sombra en los ojos, que no se han humedecido.
Te he dicho adiós.
Y respondiste adiós.
Y fue esa misma voz de decirme "me muero sin tu amor" la que me dijo adiós.
Y fue con la misma voz de decirnos "te quiero", iremos por el mundo, distantes, olvidando, diciendo muchas cosas, y alguna vez, también amor.

1 comentario:

Nora Aguirre dijo...

¡Gracias por tus aportes al blog!