jueves, 23 de abril de 2009

La travesía del Ángel Blanco

Lo buscaba con desesperación. Pero no aparecía. ¿Dónde se encontraba? O mejor dicho, ¿dónde me encontraba yo? Gritaba su nombre, pero este no se entendía y el sonido se iba perdiendo entre los árboles que me rodeaban. Estaba rodeada por ellos. Verde y marrón por doquier.
-¡Despierta!, ¡Despierta!
-¡Pero no quiero!- conteste a esa voz. Lo cierto era que no sabía lo que quería, ni dónde me encontraba, ni por qué estaba allí.
Tenía miedo, pero estaba tranquila a la vez. Lo importante para mí en ese momento era encontrarlo.
-Yo sé lo que buscas y donde puedes encontrarlo - escuche a mis espaldas.
Lo que más me sorprendió de esa criatura, no fue que me hablara, sino el brillo que desprendía su pelaje blanco platinado. Era deslumbrante.
-¿Por qué un conejo me está hablando?- pregunté, más confundida que nunca.
- No lo sé. ¿Por qué crees tu que te estoy hablando?- me contestó. Muy petulante para mi gusto. Lo mire con ojos críticos. Él me devolvió la mirada.
- Bueno, suficiente por hoy. ¿Quieres que te diga donde puedes encontrar a quien buscas o prefieres quedarte ahí mirándome todo el día?
Me empezaba a caer mal ese conejo parlanchín. Por muy bello que fuera.
-¡Claro que quiero!- Le conteste.
-Bueno, entonces sígueme, iremos con el Búho- y emprendió la marcha.
- ¿El Búho? ¿Quien es...?
-¡Calla y camina!- Me cortó a mitad de mi pregunta. Puse mala cara pero no seguí hablando.
A medida que avanzábamos, comencé a distinguir a lo lejos un gran lago que se extendía al final del bosque. Antes de llegar al límite de este, había un gran roble. Era gigantesco. El conejo se paró en frente y lo golpeó tres veces con su pata derecha. Se escucharon algunos ruidos difíciles de descifrar y se abrió ante nosotros una gran puerta de madera. Allí, nos esperaba el Búho.
-Te estábamos esperando querida- y me dio un fuerte abrazo. Cuando me soltó, pude contemplarlo mejor. Era un Búho, eso estaba claro, pero su tamaño era parecido al de un oso pequeño. Al igual que el del conejo, su pelaje desprendía un brillo segador, pero éste era dorado.
-¿Me esperaban? ¿Cómo que me esperaban?- pregunté, esto ya era demasiado, tenía que estar soñando.
-No estas soñando, pero tampoco es real. Entra y te lo explicaremos- me dijo, haciéndose a un lado para que pudiera pasar. Parece que aquí todos tenían la habilidad de leerme la mente.
-No, no es así- dijo risueño- solo yo puedo hacer eso. Lo que sucede es que eres muy predecible y tus expresiones reflejan lo que piensas.
Me senté al lado del conejo en una mesa redonda de madera y el Búho, en frente mío.
-Bien, te explicaré todo. Yo sé que debe ser confuso para ti, pero trata de entenderlo y asimilarlo. Abre tu mente, Mary - mi expresión se desfiguró por la sorpresa- Sí, sí… conocemos tu nombre.
>> Bien, comencemos. ¿Recuerdas ese cuento que escribiste en 2do año? ¿En el que tu emprendías una larga travesía para recuperar a tu alma capturada por la Bruja Negra?- hizo una pausa al comprender que yo me ponía pensativa.
Sí, claro que lo recordaba. Gracias a esa historia yo hoy era una escritora reconocida. Pero en ese momento, solo me concedió el primer lugar en un concurso para aficionados amantes de la lectura, en la secundaria. Con el tiempo, descubrí que lo mío era la redacción de cuantos fantásticos y decidí continuar con ese relato, para convertirlo en una saga que me concedería un puesto importante en el mundo de los grandes escritores.
-Sí, ese. Exactamente - continuó el Búho-. Bueno, ¿no te resulta conocido todo esto? -
Puse los ojos en blanco. ¡Con razón todo me resultaba tan familiar! Pero luego mi expresión se transformó al pánico, ya que conocía el final de esta historia.
-¡¿Qué?! ¡¿Como?! No, claro que no, debo estar soñando. ¡Y quiero despertar ahora! ¡Esto no puede ser real!- dije, ya al borde de las lágrimas y agarrando mi cabeza con ambas manos.
-Tranquila querida- me dijo el Búho, con ademán tranquilizador.- La diferencia de tu historia y esta, es que nos tienes a nosotros. Tus mentores y guardianes. Te guiaremos en esta travesía y te ayudaremos a emprenderla. No tengas miedo. Este es un viaje que todos debemos hacer tarde o temprano.
Pero no me podía tranquilizar. Todo lo que yo siempre había soñado, era estar en una de mis historias. Pero justamente esta no. Porque si esto era lo que pasaba realmente significaba que yo no me encontraba en este lugar en cuerpo, sino que solo en mente y alma. Y que mi cuerpo había quedado allí, en algún lado de la realidad. Esto era malo porque, en mi historia, la protagonista emprendía su viaje y aparecía en este lugar a partir de que, en un choque automovilístico, entrara en coma, despertando en este lugar
-¿Eso quiere decir que yo allí, me encuentro en mi lecho de muerte?- dije con la angustia gravada en la garganta.
-Sí y no. Eso lo descubrirás al final de tu viaje. Sabes lo que tienes que hacer. Nosotros estaremos contigo en todo momento. Te darás cuenta como llamarnos cuando nos necesites. Es hora Mary, comienza la travesía del Ángel Blanco…

Morona Vella

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